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La situación actual ha roto todos los esquemas y predicciones establecidos en términos de movilidad a nivel mundial. ¿Quién iba a decirnos que la dinámica cambiaría tanto en tan poco tiempo? Hasta ahora todo indicaba a que acabaríamos viviendo en ciudades inteligentes, donde el transporte público sería la norma y la economía permitiría una sociedad sostenible.
 
Sin embargo, estas expectativas han cambiado drásticamente. A parte de las restricciones de movilidad temporales que se han impuesto para la desescalada de la Covid-19, quizás nos pueda resultar más interesante lo que ocurrirá a posteriori.
 
Tras este confinamiento y la incertidumbre que nos podrá causar en adelante, muchas personas intentarán buscar una residencia más propicia para esta situación. Según Julio Lozano, nuestro experto en movilidad: “en unos pocos años se producirá una descentralización de la población”. Esto se debe a que mucha gente se mudará a las afueras de las ciudades para escapar del posible agobio que supondría un nuevo encierro en el centro de una gran ciudad.
 
Si lo extrapolamos a núcleos de población más pequeños, la tendencia hasta ahora apuntaba hacia el éxodo rural más notorio de toda la historia. La congregación de la población en “megaciudades” se estaba convirtiendo en una realidad con la cual los sistemas políticos y económicos de todo el mundo intentaban lidiar.
 
Sin embargo, se ha demostrado la dificultad que supone vivir en una zona superpoblada cuando surge un estado de alarma, además de los impedimentos y restricciones que supone. Por todo ello, no resultaría para nada extraño que en el futuro se produzca una repoblación de las áreas rurales y de las ciudades de provincia.
 
Pero… ¿cómo soportará este cambio un tejido empresarial centralizado en las grandes ciudades? La respuesta es el teletrabajo. Las empresas ya estaban implementando esta medida de forma gradual, pero la crisis ha provocado una “terapia de choque” que establece el teletrabajo como hábito. Ha quedado demostrada la eficiencia y la comodidad que supone trabajar desde casa aprovechando las nuevas tecnologías.
 
Como resultado, la elección de la vivienda ya no se verá condicionada por el lugar de trabajo. Esto supondrá una gran inversión en infraestructuras de transporte para las personas que se vayan a vivir a la periferia de las ciudades. Además, el transporte privado aumentará, ya que la descongestión de los núcleos de población facilitará la circulación por el área metropolitana. En este punto también será importante invertir en la investigación de nuevas formas de transporte, como el coche eléctrico, una alternativa que las empresas y los gobiernos tendrán que revisar para promover su uso.
 
En definitiva, la incertidumbre está en el aire ahora mismo, pero el replanteamiento social es un hecho, los hábitos de las personas han cambiado de forma drástica y se está conformando una nueva normalidad a todos los niveles. Por todo ello, podemos concluir que también sucederán cambios en cuanto a la movilidad y que todas las predicciones anteriores se han quedado obsoletas.
 
Daniel López
Daniel López

Comunicador audiovisual en el departamento de Comunicación de BABEL.

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