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En homenaje a una estirpe singular, los “hijos de los veinte duros”. Cuenta la leyenda que a los primeros milenials cuando la semana alcanza su ocaso recibían la ansiada paga, 100 pesetas (60 céntimos de euro) y, así, nuestros padres y abuelos nos convertían en pequeños ahorradores. La economía, como las sociedades, evolucionan y se adaptan al momento histórico, cabe destacar que hoy esa pequeña cantidad resulta casi insignificante frente a lo que representaban los “veinte duros” en aquellos tempranos años 90, con los que, además de comprar una Coca-Cola echábamos una partida al “Street Fighter” en la máquina recreativa.
 
Si avanzamos en esto de cómo la economía se adapta al momento, sin duda, tenemos que decir que la economía de estos últimos años ha estado marcada por la crisis sanitaria que ha sacudido el mundo. Según datos de Eurostat, el impacto económico que se propició ha sido nunca visto desde la Segunda Guerra Mundial, a causa de la brusca reducción tanto de la oferta como de la demanda de bienes y servicios. En este contexto, el Banco Central Europeo y otros reguladores internacionales refuerzan sus posiciones para garantizar la estabilidad de los mercados financieros, aumentando medidas de incentivos monetarios, que venían practicando tiempo atrás, para facilitar las condiciones de financiación muy holgadas para gobiernos, empresas y particulares.
 
Las restricciones y el escenario que se vivía después de los momentos más duros de la crisis sanitaria han provocado que la demanda de algunos bienes sea muy superior a la oferta, lo que nos ha llevado a sufrir situaciones de desabastecimiento más o menos puntual, pero, sobre todo, ha supuesto una subida generalizada de los precios que dispara la inflación y está lastrando el poder adquisitivo de las familias que ve cómo se reduce su capacidad de compra.
 
A medida que la economía recupere su ritmo, es posible que se relaje la inflación, pero queda demostrado que los bancos centrales se equivocaban cuando la consideraban puntual o transitoria a lo largo de 2021, por lo que cabe esperar que se acelere la modificación de las políticas monetarias como ya adelantaba la Reserva Federal de los EE.UU. en enero y, por tanto, los tipos de interés cero tienden a desaparecer.
 
Natalia Aguirre, Directora de Análisis y Estrategia de Renta 4, considera que la inflación seguirá siendo la mayor amenaza, “llevamos mucho tiempo con tipos de interés cero y una liquidez suministrada por los bancos centrales extraordinaria que ya no se justifica” como indicaba recientemente en una entrevista para EDEM.
 
No tiene sentido mantener políticas monetarias ultra expansionista con liquidez extraordinaria tipos cero y una inflación de más del 6% en España o del 7% en EEUU, cuando comencé a documentar este artículo. Estos datos de inflación se elevan aún más distorsionados por el impacto del conflicto armado en Ucrania, pero en cualquier caso la tendencia es clara.
 
El final del dinero barato está aquí, aunque Christine Lagarde, desde la presidencia del BCE, indica que no es inminente, para finales de año cabe una subida moderada de los tipos, pues en el sistema debe cuidar al consumidor que en estos momentos podríamos decir que vive uno de los mayores ritmos de endeudamiento. Antiguamente, los bancos cuidaban y premiaban al ahorrador, pero en medio de un ecosistema tan endeudado, los bancos deberán poner foco en cuidar a sus acreedores, pues una subida de tipos fuerte unida a la fatiga económica provocada por la inflación y los precios al alza podría hacer que las economías domésticas colapsen disparando la morosidad.
 
Si vamos de lo general a lo particular, ¿cómo afectaran estos cambios al ciudadano? Y es que precisamente la situación vivida los últimos años ha supuesto un cambio profundo en los hábitos de consumo, y las economías domésticas han acentuado su particular espiral consumista, abrazando la compra online, los modelos de suscripción y aplicando cada vez más métodos de pago flexible.
 
Sabemos que todo no dura eternamente, y nos hemos convertido en coleccionistas de experiencias, ya no nos preocupa tanto ser propietarios de algo, sino disfrutar como usuarios. Hemos aprendido a valorar más nuestro tiempo, a crear otras experiencias de ocio en casa, con familia y amigos, a reducir nuestras visitas a la tienda física, y en definitiva a comprar de otra forma. Y en esta nueva realidad, la experiencia de compra es casi tan importante, o más, que el propio producto o servicio, siendo la aplicación de nuevos métodos de pago una base diferencial en la evolución del consumo.
 
Buy Now Pay Later (BNPL) es una tendencia que venimos observando, con una fuerte presencia a nivel europeo y que está generando muchísimo interés en el mercado nacional. BNPL permite completar tu compra en el momento y realizar el pago más adelante, lo que supone sin duda una forma de romper la barrera psicológica que en ocasiones supone la compra on line sabiendo que pagaré cuando ya esté disfrutando del bien o servicio, estando totalmente seguro que es como yo esperaba.
 
Además, BNPL supone en sí mismo un modelo de microfinanciación que facilita el acceso a la compra en el momento del deseo o necesidad, pudiendo posponer el pago para un momento más propicio según mi economía particular, además de permitir modelos de fraccionamiento sin interés.
 
Si volvemos un momento sobre el final de dinero barato y decimos que con BNPL el cliente final no paga intereses, la pregunta es evidente: ¿Quién paga entones esos intereses? Vamos a verlo con detalle, por un lado, los comercios asumen parte de la inversión, captar más cliente y mejorar su ticket medio, lo que sin duda es interesante para su negocio. Pero también los fabricantes están involucrados en esta misión facilitar la adquisición al cliente final, a través de sus campañas y descuentos que se aplican para sufragar la financiación a cambio de un significativo aumento de las ventas.
 
Como decía Ezequiel Sfair, CEO de Openbank y Santander Consumer Finance, a Celia Amayuelas en una entrevista para Capital Radio, “en BNPL no hemos inventado nada, solo estamos aplicando los descuentos y los clásicos acuerdos entre los retailers y los fabricantes para lograr palancas que ayuden a mejorar la conversión aumentando ventas”.
 
Ante el inminente aumento de los costes de financiación que supondrá la subida de los tipos interés, que, unido a los efectos de la inflación y la escalada de precios generalizada, en Babel estamos convencidos de que BNPL es una de las mejores palancas para que nuestros clientes hagan crecer su facturación y ofrezcan a sus usuarios una experiencia realmente diferencial. Por eso, de la mano de Mambu, lanzamos Flex2Pay la solución BNPL que te permite el acceso a tecnología innovadora en formato servicio (BaaS),  con una implementación rápida y personalizada que facilitará a los todos “los hijos de los veinte duros”, nativos digitales, milenials, generación Z y demás clientes finales, el acceso a un modelo de pago flexible y nuevas experiencias de compra.
 

 

Ángel Cuenca
Ángel Cuenca

Manager en el equipo Digital Banking de BABEL.

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