29 mayo 2023
Transformación digital, Gobierno Digital
Artículo
01 febrero 2022
Babel y transformación digital, ¿un denominador común?
También puedes escuchar este post en audio, ¡dale al play!
Transformación digital. Cuando hablamos de estas dos palabras, juntas, por separado, en español o en inglés, nos solemos encontrar con múltiples enfoques y significados que dependen de varios factores, ya sea desde el sector o área de negocio, desde el tipo interlocutor, etc., y rápidamente se nos vienen a la cabeza palabras como cloud, gobierno del dato, hiperautomatización, RPA, inteligencia artificial, modernización de aplicaciones legacy, ciberseguridad... pero vamos a intentar olvidarnos de ellas, aunque solo sea los 2’ que nos llevará leer este artículo.
Vaya por delante que, en esencia, la transformación digital ayuda a una organización a seguir el ritmo de las demandas emergentes de sus clientes, manteniéndolas en el futuro. Permitiendo a las organizaciones ser más competentes en un entorno en constante cambio a medida que la tecnología evoluciona, es decir, buscar la alineación entre las áreas de negocio y tecnología.
Si acudimos a nuestra amiga Wikipedia, ya nos encontramos con que la transformación digital es "el efecto social total y global de la digitalización". Por lo que, contrariamente a la creencia popular y a lo que dicta este mundo tecnológico en el que nos movemos, la transformación digital tiene que ver con tecnología y más aún con las personas.
Podremos adquirir cualquier tipo de tecnología, pero nuestra capacidad de adaptación a un futuro cada vez más digital (y también más incierto) depende de cómo y cuánto desarrollemos la próxima generación de habilidades, por lo que un punto crítico es la capacitación y mejora de las competencias profesionales de las personas para que estén más preparadas para adaptarse al cambio y que, probablemente, tendremos que certificar.
En tecnología tratamos de hacer más con menos esfuerzo, pero esta combinación solo será efectiva si se combina la tecnología con las habilidades de las personas. Cuando pensamos en invertir en tecnología, primero hemos de pensar en invertir en las personas para que esa tecnología sea útil.
Pero, ¿en qué ejes debemos poner el foco para potenciar y apoyar la transformación digital?
Solo podremos resolver estos problemas con personas que tengan gran conocimiento tecnológico, que conozcan el negocio y que tengan la confianza absoluta de la organización.
Los nuevos “gurús” tecnológicos deben ser grandes comunicadores y deben tener el sentido estratégico que ayuden a tomar decisiones tecnológicas que equilibren la innovación y la gestión de la deuda técnica.
Los datos presentan una paradoja interesante: la mayoría de las empresas saben que los datos son importantes y saben que la calidad no es la adecuada, y aun así, se siguen desperdiciando gran cantidad de recursos sin establecer las funciones y responsabilidades adecuadas.
Al igual que con la tecnología, es necesario el talento de las personas con amplio y profundo conocimiento sobre el dato. Y aún más importante es la capacidad de convencer a los directivos de las organizaciones ayudándoles a pensar en cómo necesitan los datos ahora y cómo los necesitarán después de la transformación. Y esto, además, implícitamente también significa ayudar a la organización a mejorar sus propios procesos y tareas de manera que se creen datos correctamente.
Con la creación de talento en este dominio, lo que buscamos es alinear los silos de conocimiento existentes en las organizaciones para mejorar los procesos y diseñar otros nuevos, con un sentido estratégico para saber cuándo es suficiente una mejora incremental de los procesos y cuándo es necesaria una reingeniería radical del proceso.
A modo de resumen podríamos decir que, la tecnología es el motor de la transformación digital, los datos son el combustible, el proceso el sistema de navegación y la capacidad de cambio organizacional es el tren de aterrizaje. Los necesitamos a todos y perfectamente coordinados.
Por último, el trabajo en tecnología, datos y procesos debe desarrollarse en una secuencia apropiada. En general, se acepta que no tiene sentido automatizar un proceso que no funciona, por lo que, en muchos casos, la reingeniería del proceso debe ser lo primero. Por otro lado, algunas transformaciones presentarán grandes dosis de inteligencia artificial. Los datos incorrectos obstaculizan el desarrollo y la implementación de buenos modelos de IA, en estos casos, el trabajo sobre los datos debería ser lo primero. Por tanto, debemos centrar los objetivos finales y, a continuación, desarrollar la secuencia de pasos que mejor se adapte para alcanzarlos, centrándonos en los problemas de mayor necesidad, que marcarán la priorización del talento necesario.
Ahora sí, pasados este par de minutos ya podemos volver a hablar de cloud, gobierno del dato, hiperautomatización, RPA, inteligencia artificial, modernización de aplicaciones legacy, ciberseguridad... eso sí, espero que teniendo más presente que esto de la transformación digital, como Babel, va de personas.
Vaya por delante que, en esencia, la transformación digital ayuda a una organización a seguir el ritmo de las demandas emergentes de sus clientes, manteniéndolas en el futuro. Permitiendo a las organizaciones ser más competentes en un entorno en constante cambio a medida que la tecnología evoluciona, es decir, buscar la alineación entre las áreas de negocio y tecnología.
Si acudimos a nuestra amiga Wikipedia, ya nos encontramos con que la transformación digital es "el efecto social total y global de la digitalización". Por lo que, contrariamente a la creencia popular y a lo que dicta este mundo tecnológico en el que nos movemos, la transformación digital tiene que ver con tecnología y más aún con las personas.
Podremos adquirir cualquier tipo de tecnología, pero nuestra capacidad de adaptación a un futuro cada vez más digital (y también más incierto) depende de cómo y cuánto desarrollemos la próxima generación de habilidades, por lo que un punto crítico es la capacitación y mejora de las competencias profesionales de las personas para que estén más preparadas para adaptarse al cambio y que, probablemente, tendremos que certificar.
En tecnología tratamos de hacer más con menos esfuerzo, pero esta combinación solo será efectiva si se combina la tecnología con las habilidades de las personas. Cuando pensamos en invertir en tecnología, primero hemos de pensar en invertir en las personas para que esa tecnología sea útil.
Pero, ¿en qué ejes debemos poner el foco para potenciar y apoyar la transformación digital?
- La tecnología
Solo podremos resolver estos problemas con personas que tengan gran conocimiento tecnológico, que conozcan el negocio y que tengan la confianza absoluta de la organización.
Los nuevos “gurús” tecnológicos deben ser grandes comunicadores y deben tener el sentido estratégico que ayuden a tomar decisiones tecnológicas que equilibren la innovación y la gestión de la deuda técnica.
- El dato
Los datos presentan una paradoja interesante: la mayoría de las empresas saben que los datos son importantes y saben que la calidad no es la adecuada, y aun así, se siguen desperdiciando gran cantidad de recursos sin establecer las funciones y responsabilidades adecuadas.
Al igual que con la tecnología, es necesario el talento de las personas con amplio y profundo conocimiento sobre el dato. Y aún más importante es la capacidad de convencer a los directivos de las organizaciones ayudándoles a pensar en cómo necesitan los datos ahora y cómo los necesitarán después de la transformación. Y esto, además, implícitamente también significa ayudar a la organización a mejorar sus propios procesos y tareas de manera que se creen datos correctamente.
- El proceso
Con la creación de talento en este dominio, lo que buscamos es alinear los silos de conocimiento existentes en las organizaciones para mejorar los procesos y diseñar otros nuevos, con un sentido estratégico para saber cuándo es suficiente una mejora incremental de los procesos y cuándo es necesaria una reingeniería radical del proceso.
- La capacidad de cambio organizacional
A modo de resumen podríamos decir que, la tecnología es el motor de la transformación digital, los datos son el combustible, el proceso el sistema de navegación y la capacidad de cambio organizacional es el tren de aterrizaje. Los necesitamos a todos y perfectamente coordinados.
Por último, el trabajo en tecnología, datos y procesos debe desarrollarse en una secuencia apropiada. En general, se acepta que no tiene sentido automatizar un proceso que no funciona, por lo que, en muchos casos, la reingeniería del proceso debe ser lo primero. Por otro lado, algunas transformaciones presentarán grandes dosis de inteligencia artificial. Los datos incorrectos obstaculizan el desarrollo y la implementación de buenos modelos de IA, en estos casos, el trabajo sobre los datos debería ser lo primero. Por tanto, debemos centrar los objetivos finales y, a continuación, desarrollar la secuencia de pasos que mejor se adapte para alcanzarlos, centrándonos en los problemas de mayor necesidad, que marcarán la priorización del talento necesario.
Ahora sí, pasados este par de minutos ya podemos volver a hablar de cloud, gobierno del dato, hiperautomatización, RPA, inteligencia artificial, modernización de aplicaciones legacy, ciberseguridad... eso sí, espero que teniendo más presente que esto de la transformación digital, como Babel, va de personas.
Otros artículos destacados
¡Recibido!
Gracias por rellenar el formulario. Se han enviado los datos correctamente.